Puede ser un partido de polos opuestos, ambiciones distintas, el más desigual de la historia en la misma categoría, o con futbolistas a nivel de talento más desproporcional. Puede ser. Sin embargo, a la igualdad reinante en Segunda División se une el manido topicazo que ciertamente justifica la realidad: en un derbi lo raro es la diferencia.
Las piernas pesan más, existe una tensión creciente durante los días previos y la experiencia se equilibra con el ímpetu en cada acción. Fútbol, poco. Pasión, mucha. Las gradas enloquecidas y el exceso de agrado y responsabilidad en la cabeza del futbolista. O de cualquier deportista, que se lo pregunten al Herbalife Gran Canaria en la Copa del Rey.
La otra interpretación, la más realista lejos de los recovecos de la mente, es que el Club Deportivo Tenerife ha mejorado. A pesar de encontrar a una distancia sideral de los amarillos en la clasificación han demostrado en los últimos partidos un cambio significativo a nivel mental y deportivo.
Raúl Agné ha sabido reactivar a unos futbolistas avergonzados por su predispuesta condición de inferior. De defender sea cual sea la entidad del rival antes de salir de la guagua. Si bien Cervera tenía la tecla para desactivar a los amarillos, Agné propone algo distinto. Si los blanquiazules salen a los golpes sería una buena noticia para la Unión Deportiva. A pegada pocos han ganado a una Unión Deportiva Las Palmas que en el Estadio de Gran Canaria roza la perfección.
Viene otra episodio en la historia de los derbis. Que son tres puntos. Pero nadie se traga esa milonga. Que traten de calibrar la inyección de adrenalina que supone un gol en el último minuto como hizo Vicente Gómez. Feliz semana de la fiesta del fútbol canario. Y que se tiña de amarillo el domingo.
Miguel Hernández |
Director de udlaspalmas.net
@mhernandez
Más artículos de Miguel Hernández
