No creo ser sospechoso de quedarme en la primera capa a la hora de analizar el juego del equipo o de un jugador en particular. Si opina usted diferente, pido perdón de antemano. Tampoco he sido de los que le ha dado jabón a Vicente Gómez, más bien lo contrario. Igual en ocasiones he sido demasiado crítico con su juego. Puede ser porque siempre he esperado mucho más de él. Tácticamente es uno de los jugadores más inteligentes del equipo, pero desde que subió al primer equipo le he visto como un jugador al que le faltaba un poco de sal. O de azúcar. Quizás por eso nunca ha sido un futbolista determinante. Jugaba a ratos y dependiendo del día te ibas más o menos contento con su actuación, pero hasta el pasado sábado nunca le hubiera dado dos orejas.
No creo ser sospechoso de parar, borrar y cambiar el texto cuando veo algo que tengo que corregir. Si ante el Málaga fue el mejor de la UD Las Palmas, se dice, y a otra cosa. Corrió para ayudar. Se sacrificó cuando el equipo estaba con el agua al cuello. Jugó hacia arriba cuando era necesario y le dio pausa al partido en el momento que era preciso.
“No pierde un balón, pero tampoco supera una línea de presión”. Este comentario lo habrá escuchado alguna vez salir de mi boca. Tampoco soy sospechoso de esconder obviedades. Vicente está creciendo como futbolista. Quizás le ha costado más que a otros.
Le veo maduro, con ganas de demostrar y con confianza. Esa confianza que le ha dado Setién y que otros, sin negársela nunca, no le ofrecieron para que se confirmase como un buen futbolista. Dirá usted que estoy reculando. No va por ahí la cuestión. Lo que hablo es de un futbolista que ha salido por fin del cascarón. Espero más de Vicente, porque creo que tiene mucho más que ofrecer. Por ejemplo, más partidos como el del pasado sábado ante el Málaga. Hoy, otro reto ante la Real.
por Jesús Izquierdo
Jefe de Deportes de Radio Marca Gran Canaria
