Es un tanto extraño este principio de temporada donde la competición comienza antes de que termine el tiempo para configurar las plantillas. Esto da como resultados que muchos equipos que van notando sus carencias en el albor de la temporada, intenten cubrir sus puntos débiles. Al mismo tiempo, otros, que necesitaban desprenderse de otros jugadores, han apurado hasta el final de tal manera que en apenas cuarenta y ocho horas se produce un verdadero mercado persa.
En este caso, así ha ocurrido con nuestra Unión Deportiva que se ha reforzado con el francés Thievy Bifouma, un joven jugador que apenas ha despuntado en el Real Club Deportivo Español y que viene a sumar “horas de vuelo” y a reforzar la delantera. Parece que se trata de una incorporación que se acerca al perfil que busca el entrenador. Un hombre dotado con características como fuerza y velocidad que servirá para dar más mordiente y efectividad al ataque amarillo.
Y viene a una entidad que en su imaginario colectivo antepone muchas veces la idea de jugar bien antes incluso que conseguir la victoria. Son tantas las veces que nos autocomplacemos con las filigranas de nuestros futbolistas, con ese juego basado en una superioridad técnica pero que no es igual de efectivo en la idea de vencer, que nos olvidamos de lo esencial: ganar, ganar y ganar. Y vale solo recordar las dos primeras jornadas para ver lo mismo. Un comienzo de partido con una superioridad muy evidente, donde se generan oportunidades que no se traduce en goles y un final donde, por las características propias del comienzo de temporada, se acaba pidiendo la hora con un desgaste físico considerable y en algún caso, como el pasado sábado, sin tener los tres puntos en el botín.
Hoy nos toca el rival más duro que hasta ahora hay en la categoría. Un Elche que cuenta sus partidos por victorias, que viene con la misma vitola de equipo puntero desde hace varias temporadas, que tiene un contragolpe demoledor y una plantilla de jugadores de gran nivel. Para los amarillos es una buena reválida para demostrar las verdaderas aspiraciones del equipo y ver si mejora el umbral físico y el de la efectividad.
Ante esta pretemporada “irreal”, como bien la definía el joven técnico Lobera, es evidente que es ahora, incluso para los propios jugadores, cuando se está redescubriendo otras necesidades en el equipo. La idea de juego ofensivo no ha de servir solo para manejar el juego sino para ganar, y es necesario, en ese sentido, mejorar la efectividad de cara a la portería contraria. Sin ella, pierde sentido la idea del juego y con ella, no hay límites para conseguir el objetivo. Al fin y al cabo, la diferencia entre los buenos y los mejores es eso, el instinto asesino.
por Francisco Mayor
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