OPINIÓN | Decía Rafa Benítez la pasada semana en una entrevista publicada en el diario El Mundo, que intentó seducir a su esposa en la primera cita con una escenificación de sistemas tácticos sobre el mantel en un restaurante. Desconocida la primera impresión de su esposa —como amarrategui no tenía rival, pensaría entre tenedores, el salero y los cuchillos—, sí queda una evidencia pragmática: terminó por conquistarla. Es lo que vale.
Rafa Benítez, entrenador del Real Madrid, y Paco Herrera, entrenador de la Unión Deportiva Las Palmas, parecen compartir filosofías en el fútbol y en su forma de ser. No es de extrañar que sus caminos se cruzaran en aquel mítico Liverpool que se coronaría rey de Europa en una de las finales más recordadas de la historia ante el Milan de Ancelotti. La noche que Estambul vio coronarse al Spanish Liverpool con el actual entrenador amarillo como segundo de abordo.
La seducción es importante en cualquier ámbito de la vida. En el mundo empresarial, en el personal o en el deporte. Estas primeras jornadas de Liga han servido a Paco Herrera para tratar de encontrar certezas e intentar seducir a sus pupilos. ¿Hay dudas a nivel defensivo? Armemos el equipo con una línea de cinco. ¿Las impresiones son positivas? Confiemos y veamos su maduración.
A nivel de sensaciones la Unión Deportiva Las Palmas no ha iniciado mal la competición. Pero corre el riesgo de ser el pagafantas de Primera, un equipo plagado de buenas intenciones pero sin premio a la salida del baile. En el Vicente Calderón y Camp Nou el sistema funcionó para no salir vapuleados, con la cabeza gacha, como haría cualquier conjunto atrevido y utópico en esos campos. Dentro del guión, lo esperado. Incluso aceptable.
El análisis se agrava, y toma tintes preocupantes, contra rivales directos con el Gran Canaria como escenario. Ante Levante, Rayo Vallecano y Eibar los amarillos han dejado volar ocho puntos. Y no han conseguido anotar. El sistema, 3-5-2 en ataque —ó 5-3-2 en defensa— no ha funcionado en estos choques. Con espacios, como ante el Sevilla o Celta de Vigo, sí pudo explotarse y mostrar sus verdaderas virtudes a través del contragolpe.
El problema de Herrera —y de cualquier entrenador— es que tiene que seducir a varias personas, algunas de ellas con ideas completamente distintas y alejadas al actual sistema. Tal vez ahí resida el éxito de su empresa, en saber adaptarse a cada uno sin perder de vista el objetivo del colectivo, dependiendo de las exigencias y contexto de cada partido. En tener la suficiente cintura para arriesgar más en situaciones ventajosas y conservar en los partidos más exigentes. Si todo fuera tan fácil no haría falta utilizar ni los cubiertos.

Twitter: @mhernandez
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