Juan Carlos Valerón se despide del fútbol tras 21 años como futbolista profesional repartiendo magia allá por donde fue. Tras debutar con Las Palmas en Segunda División B, poco tardó en maravillar a propios y extraños para acabar convirtiéndose en uno de los jugadores más queridos y respetados del fútbol europeo. El fútbol tendrá, a partir de la próxima temporada, un poco menos de magia.
Unión Deportiva Las Palmas, RCD Mallorca, Atlético de Madrid, Deportivo de La Coruña y la Selección Española. Son las camisetas que ha defendido Juan Carlos Valerón durante una carrera dedicada a ponerle una sonrisa al fútbol. Este domingo jugará el partido oficial 760 de su carrera, en la que será la última vez que se pueda ver al Mago repartir trucos en la isla de Gran Canaria como futbolista profesional.
La carrera profesional de Valerón comienza en la UD Las Palmas en la categoría de bronce del fútbol español, en un partido de la Copa del Rey de la temporada 1995-96 en el Silvestre Carrillo ante el Mensajero, de la mano de Pacuco Rosales quien le dio entrada para disputar algo más de diez minutos en sustitución de Paquito Ortiz el 21 de septiembre de 1995. Una semana después debutó en Liga ante el Talavera y un mes después sufrió una de las dos únicas expulsiones que ha tenido en su carrera. Fue también en Copa del Rey en el Estadio Insular ante el Leganés, donde fue expulsado por doble amonestación. En total, en su temporada de debut disputó 29 partidos entre Liga y Copa en los que anotó cuatro goles. Era sólo el comienzo.
Temporada en Segunda que atrae interés del Mallorca

Logró el ascenso a Segunda División con Las Palmas, aunque la temporada no fue fácil para los amarillos, llegando a estar a las órdenes de hasta tres entrenadores diferentes: Pacuco Rosales, Ángel Cappa y Paco Castellano. El de Arguineguín contó para los tres técnicos y disputó hasta 34 encuentros durante esa temporada, sumando dos tantos y contribuyendo a una actuación histórica del equipo amarillo en Copa del Rey, donde cayó en semifinales derrotado por el FC Barcelona de Ronaldo Nazario entre otros. No obstante, también sumó su segunda y última expulsión de su carrera, al ver la segunda amonestación al filo del descanso en el campo del filial del Real Madrid.
Sus buenas actuaciones en la UD hicieron que el Mallorca se fijara en él y se hiciera con sus servicios para debutar en Primera División a las órdenes de Héctor Cúper, llegando a disputar su primera final de Copa del Rey, que perdió en la tanda de penaltis ante el FC Barcelona. Partía como suplente del brasileño Palhinha, uno de los referentes en el cuadro bermellón, aunque Valerón no tardó en hacerse con el puesto de titular. Con el conjunto balear disputó 47 partidos y anotó otros cuatro goles. También disputó cuatro partidos con la Selección Española sub-21, con la que se proclamó Campeón de Europa sub-21 de 1998 disputada en la capital de Rumaría, Bucarest, siendo titular en la final ante Grecia.

Años difíciles en el Atlético
Pero en Mallorca sólo estuvo una temporada, y su rendimiento también en el campeonato europeo sub-21 llevó al Atlético de Madrid a pagar el equivalente a algo más de siete millones y medio de euros por su fichaje. No obstante, no fueron buenos años para el cuadro colchonero. Volvió a disputar la final de la Copa del Rey aunque cayó derrotado por el Valencia de Claudio López y Mendieta y el Atlético de Madrid no cumplió las expectativas en liga, lo que llevó al relevo en el banquillo con la llegada de Radomir Antic por Arrigo Sacchi a mitad de temporada.

Sin embargo, el serbio no continuó y Claudio Ranieri se hizo cargo de dirigir al Atlético, que firmaría una de las temporadas más decepcionantes de su historia reciente. Coqueteando toda la temporada con el descenso y siendo eliminado por el RC Lens francés en los cruces competición europea, Radomir Antic volvió a ser requerido por Jesús Gil para tratar nuevamente de mejorar el rumbo del equipo desde el banquillo, pero esta vez el revulsivo no fue suficiente y el conjunto colchonero acabó descendiendo a Segunda División. No sería la última decepción de la temporada, ya que Valerón disputaría su tercera final de Copa consecutiva, aunque nuevamente se quedaría sin premio. Esta vez ante el RCD Espanyol, en el partido que pasó a la historia por el gol de Tamudo al robarle el balón al guardameta Toni cuando se disponía a sacar. Temporada para olvidar para todo el Atlético de Madrid.
Aunque no todo fue malo como rojiblanco. José Antonio Camacho valoró el trabajo de Valerón en el césped y le hizo debutar como internacional absoluto en noviembre de 1998, en un encuentro amistoso ante Italia en el que entró en el descanso sustituyendo a Bitor Alkiza. Sus actuaciones le hicieron ganarse un puesto para la Eurocopa de Bélgica y Holanda, en la que España cayó en cuartos ante Francia. En dicho campeonato el de Arguineguín disputó dos de los cuatro partidos de la Selección, titular en ambos.
Los mejores años de su carrera en Coruña
Un jugador de su nivel no merecía jugar en Segunda División pese al descenso con el Atlético, por lo que no le faltaron ofertas tras acabar la Eurocopa. Fue el Deportivo quien más interés puso en su contratación y acabó firmando por alrededor de 10 millones de euros al que es uno de los mejores fichajes de su historia. Era la temporada 2000-01, Valerón ya tenía 25 años y recalaba en el vigente campeón de liga para dar un salto de calidad y luchar por títulos. Y vaya si lo hizo. Ganó el primero al poco de llegar, al imponerse en la Supercopa de España al Espanyol.
Con la versión moderna del SuperDépor y de la mano de Javier Irureta, Valerón se ganó un hueco en el olimpo del fútbol, siendo considerado uno de los mejores jugadores de la época pese a no ser uno de los más mediáticos. A su alrededor, jugadores como Diego Tristán o Roy Makaay no paraban de agrandar sus registros goleadores con las asistencias de un Valerón que ya dejaba su sello en la Champions League.

Durante sus primeros años en el conjunto gallego disfrutó probablemente de su mejor rendimiento como profesional, su punto más alto. Fue determinante para llevar al Deportivo a jugar unas semifinales de Champions en 2004, en las que cayó ante un Oporto de Mourinho que acabaría proclamándose campeón. Esa temporada pasará a la historia del deportivismo además por la remontada y victoria por 4-0 en la vuelta de los cuarto de final ante el todopoderoso Milán, remontando un 4-1 adverso de la ida. En ese histórico 4-0, Valerón hizo el tercer gol coruñés.
Pero antes de ello le dio tiempo por ejemplo a ganar dos títulos más. La Copa del Rey al Real Madrid de los ‘Galácticos’ en el Santiago Bernabéu en 2002, en la que supuso la cuarta final copera para el de Arguineguín y por fin la primera vez que se llevaba el trofeo a casa. Tuvo que ser haciendo historia en el partido conocido como ‘Centenariazo’. Ese título le permitió disputar la SuperCopa de España de la siguiente temporada, en la que sumó su tercer título por equipos al imponerse al Valencia, anotando un gol en el encuentro de ida.
Un fijo con la Selección
También le dio tiempo a jugar otros dos campeonatos por selecciones con España. El Mundial de Corea y Japón de 2002, en el que anotó un gol ante Eslovenia en el partido inaugural para el combinado nacional. En aquel campeonato del mundo fue pieza importante para José Antonio Camacho, quien le utilizó como titular en cuatro de los cinco partidos que disputó España en el Mundial.

La sonada y polémica eliminación por penaltis ante Corea del Sur puso punto y final a la etapa del técnico murciano al mando del seleccionado español, cuyo relevo tomó Iñaki Sáez. El exentrenador amarillo también confió en Valerón para la Eurocopa de Portugal de 2004, en la que logró el gol de la victoria ante Rusia en la fase de grupos. Sin embargo, nunca fue titular en este campeonato en lo que generó cierto debate ante los medios y el entorno, quienes consideraban que estaba siendo infrautilizado al no saber Sáez encontrar la fórmula de combinar de inicio a un Raúl que no estaba en su mejor momento con el de Arguineguín, que daba otro aire a la Selección.
El calvario con las lesiones
Todo fue un cuento de hadas en el que Valerón era quien ponía la magia en Riazor hasta que llegaron las graves lesiones, a pesar de que los resultados del Deportivo ya no le hacían un candidato a luchar por la liga. Aunque ya había superado una fractura de peroné en 2002, lo peor llegó con sus rodillas. Una rotura de ligamento cruzado en enero de 2006 le tuvo casi un año en el dique seco, haciéndole perder la mitad de la 2006-07 y la primera vuelta de la siguiente.

Sin embargo, la crueldad se cebó con el de Arguineguín, que tras casi un año de espera para volver a los campos de fútbol y disputar tan sólo diez minutos repartidos en tres encuentros en la misma semana, la rodilla de Valerón volvía a romperse, esta vez con una lesión de menisco. Esta nueva dolencia le hacía perderse lo que restaba de temporada y esperar un año y dos semanas para reaparecer en los terrenos de juego, aunque su participación en lo que restó de la 2007-08 fue gradual y no terminó de sentirse cómodo. Con las lesiones, el talentoso mediapunta disputó tan sólo ocho partidos en dos temporadas, en las que sumando todos los minutos no llegaban a noventa.
Los tiempos habían cambiado en La Coruña. Valerón ya estaba recuperado pero no podría recuperar su mejor nivel, el que le hizo ser comparado con los más grandes del momento. Comenzaba la tempoada 2008-09 con Miguel Ángel Lotina en el banquillo y el cuadro deportivista clasificándose para la UEFA mediante la Intertoto. Valerón cumplía ya 33 años y aunque era un fijo en el once, sus números y sus minutos disminuyeron considerablemente, así como los resultados de un Deportivo que empezaba a ser equipo de media tabla inferior y acabó consumando su descenso en 2011. Once años después de descender con el Atlético, Valerón volvía a saborear el lado más amargo del fútbol con un equipo que desde entonces se convirtió en ascensor.

Sólo un año estuvo en Segunda con el Deportivo, ya que fue lo que tardó en recuperar el sitio en la Liga BBVA y dar la alegría de un ascenso a sus aficionados. No obstante, la temporada del regreso no fue como hubiesen esperado y Valerón volvió a derramar lágrimas sobre el césped al vivir un nuevo descenso.
Pero la vuelta a Segunda no fue el único motivo de dolor para el de Arguineguín: tras 13 temporadas en las filas del Deportivo de La Coruña, tomaba la decisión de poner fin a su etapa en Galicia y despedirse del club donde pasó sus mejores años. Los números como blanquiazul son de auténtica leyenda: 422 partidos sumando Primera, Segunda, Copa del Rey, Supercopas y competiciones europeas, en las que hizo 32 goles. Sólo tres jugadores han disputado más partidos que Valerón con el Deportivo, otras leyendas blanquiazules como su eterno capitán Fran, el grancanario Manuel Pablo y Mauro Silva. Se marchaba un icono del deportivismo.
Regreso a la UD Las Palmas
Pero Valerón, a sus 38 años, todavía tenía sueños que cumplir como futbolista profesional: llevar a Las Palmas a Primera División. Se puso a las órdenes de Sergio Lobera para tratar un nuevo asalto al tren del ascenso, tras caer la temporada anterior en primera ronda de playoff ante el Almería. Fue básico esa temporada en los esquemas del entrenador maño como de Josico en los partidos de playoff, en el que le tocó vivir nuevamente una gran decepción con los sucesos que acabaron desencadenando el ascenso del Córdoba sobre la bocina en el Estadio de Gran Canaria.
Lejos de rendirse y retirarse, Valerón asumió galones y fue líder espiritual de un equipo tocado anímicamente que tenía que volver a intentar un ascenso que tuvo casi hecho semanas atrás. Con Paco Herrera al mando y 39 años a sus espaldas, el ’21’ vio descender significativamente sus minutos a pesar de participar hasta en 27 partidos, de los que sólo siete fueron desde la partida. No obstante, siempre fue reconocido tanto por técnico como por compañeros como alguien fundamental en el vestuario por su experiencia y personalidad.
El sueño de jugar de amarillo en Primera
La perseverancia tuvo premio y a la tercera fue la vencida para Las Palmas. En la segunda temporada desde su regreso y con 40 años recién cumplidos, Valerón vivía por fin la fiesta que celebraba el regreso del equipo de su tierra a la élite del fútbol español. 19 temporadas después de su primer ascenso como amarillo, a Segunda División, el de Arguineguín lograba otro ascenso con la camiseta de la UD.
Y todavía quedaba un sueño por cumplir. No era suficiente con devolver a su equipo a Primera, quedaba jugar de amarillo en los mejores campos de España. Aunque ha tenido que esperar a los 40 años para hacerlo y a pesar de los pocos minutos que ha tenido durante la temporada tanto con Herrera como desde la llegada de Setién, Valerón ha lucido el ’21’ amarillo y ha sido ovacionado por las aficiones de toda España cuando ha disputado minutos, como la del Barcelona, en el que fue el primer partido del de Arguineguín con la camiseta de la UD en Primera. Nada menos que en el Nou Camp.
Volvió para devolver a Las Palmas a la élite y cuelga las botas logrando mantenerla, cumpliendo sus sueños como amarillo y repartiendo sonrisas y felicidad en sus últimos trucos como profesional. Como jugador de la UD en sus dos etapas sumará 154 partidos con el que dispute ante el Athletic, defendiendo la amarilla desde Segunda B hasta Primera. En ellos sumó nueve goles y un sinfín de detalles que deleitaron a los aficionados. Debutó en la categoría de bronce y 21 años después se retira en la máxima categoría, en lo más alto, como un jugador como Juan Carlos Valerón merece.
Su carrera en números
El resumen de su carrera, sin contar el partido que dispute ante el Athletic y los minutos que pudiera tener en Málaga, deja los siguientes números: 759 partidos repartidos en 422 con el Deportivo (32 goles), 154 con Las Palmas (9 goles), 87 con el Atlético de Madrid (siete goles), 47 con el Mallorca (4 goles), 46 con la Selección (5 tantos) y 4 con la Selección sub-21. En su palmarés figuran una Copa del Rey, dos Supercopas de España, un Campeonato de Europa sub-21, tres subcampeonatos de Copa, tres ascensos y la participación en dos Eurocopas y un Mundial.
Punto final a una carrera plagada de sonrisas y momentos de magia con un balón de fútbol. De ser positivo pese a lesiones o decepciones. De lágrimas de alegría y de tristeza. De aplausos cada vez que salta a un campo de fútbol sea cual sea el estadio. De apoyo espiritual para los compañeros jóvenes y no tan jóvenes. En definitiva, fin de trayecto para uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol canario, un jugador de leyenda.
