Una bendición llamada parón

Foto: UD Las Palmas


Las Palmas afronta el segundo periodo de parón liguero en plena transformación. La llegada de Pako Ayestarán hace que el conjunto amarillo necesite tiempo para asimilar los conceptos y las dinámicas de juego nuevas. La situación a estas fechas era distinta a la pasada temporada.

La UD Las Palmas tiene por delante 15 días para trabajar sin partidos oficiales. Lo hará, eso sí, sin la presencia de Jonathan Viera, convocado por la Selección Española ante las bajas sufridas de última hora. Con ello, Ayestarán abordará los próximos días con la ilusión de reconstruir un bloque dañado y con las nociones desarraigadas.

Los grancanarios tienen buen recuerdo de lo que significa aprovechar el tiempo en un plazo de dos semanas sin liga; fue tras el primero de los parones internacionales, justo después de la segunda fecha liguera. El cuadro entrenado entonces por Manolo Márquez había encadenado dos derrotas, ante Valencia y Atlético. Regresó a la competición y consiguió victorias ante Málaga y Athletic. 


En la isla confían en que ocurra algo similar, pero sobre todo que el técnico dé con la tecla adecuada. El tiempo es oro y hay muchos automatismos que inculcar. El guipuzcoano llega con la idea de mantener el estilo de juego y la filosofía del gusto por el balón, pero pretenderá afinar aspectos que terminen de construir un equipo compacto y serio.

El contraste con la pasada campaña

El curso anterior, con Quique Setién al frente, Las Palmas hizo un inicio de ensueño para muchos aficionados. Al primer parón liguero se llegó en cabeza de la clasificación, hecho que no veían los ojos de al menos una generación en Gran Canaria. Los triunfos ante Valencia y Granada colocaron a los amarillos al frente de la tabla, superando a los punteros en diferencia de goles.

Poco más tarde, justo en las fechas que ahora atraviesa el torneo doméstico, la inercia provocó que los clubes más competitivos recuperaran posiciones. No obstante, la UD mantuvo el nivel y en la séptima jornada sumaba 11 puntos, lo que les hacía valedores de una séptima plaza que les dejaba a cinco unidades del descenso y a tan solo un punto de Europa.

La coyuntura es diferente ahora. Desde la marcha de Setién, la directiva no ha encontrado la pieza clave que lleve el timón de la nave. Márquez dimitió y Ayestarán tendrá que afinar el violín más pronto que tarde para salir de las complicadas posiciones que merodean el descenso. Hay tiempo.