Calleri, al desamparo del sistema

El futbolista argentino aterrizó en la isla para poner fin a la falta de efectividad crónic durante la 2016-17. Ahora suma cuatro goles oficiales y acumula 73 días sin marcar en LaLiga. La ausencia de una propuesta concreta de juego ha torpedeado su progresión y su adaptación al equipo.

Jonathan Calleri fue un ansiado objeto de deseo de Las Palmas antes de llegar a la isla. La narración del fichaje del argentino se convirtió en un culebrón hasta que la dirección deportiva logró hacerse con su cesión. El rol que estaba llamado a cumplir se amoldaba a las necesidades del conjunto. Y es que la falta de efectividad de cara a portería había sido uno de los mayores talones de Aquiles del cuadro grancanario el curso anterior.

Le bastó la pretemporada para disparar las ilusiones; fue pichichi del periodo de preparación con cinco goles. Empezó lo importante y no defraudó. Se estrenó ante el Atlético, eso sí, con un tanto inútil en vistas al resultado: 1-5. Días más tarde se resarció en La Rosaleda con una diana de las que quitan el hipo. Aguantó de espaldas un buen envío de Ximo Navarro, temporizó, se giró y remató como mandan los cánones.

La UD de Manolo Márquez no terminó de encontrar una propuesta de valor firme pero no registraba unos guarismos tan desesperanzadores. Sin embargo, pese a inaugurar su casillero goleador, Calleri no se sentía cómodo. El ex de Boca se ha visto sometido durante toda la temporada a un estado de soledad continuado dentro del campo, esperando envíos en largo y con pocas posibilidades de asociación.

Cuarto delantero con menos influencia en su equipo

El atacante amarillo es el cuarto delantero con menos influencia en su equipo de Primera División. Acorde a los datos de la cuenta de Twitter ‘Fútbol Avanzado’, el jugador de Las Palmas se sitúa por delante únicamente de Maxi Gómez, Sergio León y Juanmi con un 3% de capacidad para influir en el juego de los suyos y una media de 13 pases por encuentro.

Esto es sintomático en la medida en que los apoyos de los que goza son mínimos. El sistema de juego le desampara y le obliga a sacarse las castañas del fuego por su propia cuenta. Demasiado desprotegido en un contexto donde le resulta imposible construir de la nada, por mucho que una de sus virtudes sean el juego de espaldas y el cara a cara con los centrales.

Lo peor, la forma en que repercute al nivel del equipo: “Es la primera vez que me pasa”, afirmaba el futbolista al término del choque ante el Levante sobre la racha nefasta de resultados. Su actitud no se corresponde con sus números: 1 gol cada 533 minutos en Liga (uno cada seis partidos). Sus últimos tantos fueron en la ida de dieciseisavos de Copa en Riazor, pero en competición doméstica no ve puerta desde el 11 de septiembre.

No es problema de un olfato goleador, sino del lugar que ocupa entre el resto de piezas. El problema en la parcela ofensiva es recurrente en Gran Canaria. En la isla no se recuerda la presencia de un líder poderoso en el área durante la actual etapa en Primera desde Willian José. Hay que dar margen a Calleri, pero sobre todo amparo sobre el verde.

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