El grancanario va a debutar como entrenador de la UD Las Palmas por segunda vez en su carrera tras 5 años, 10 meses y 13 días desde la última vez que se ocupase el banquillo del Estadio de Gran Canaria como técnico amarillo.
Recuerdos encontrados. Mariposas revoloteando en el estómago. Sentimientos hacia arriba y hacia abajo. Volver a nacer. La UD iniciará esta noche a las 20:00 horas una nueva era con Paco Jémez como el conductor de la nave. El preparador insular abrirá su segunda etapa en la escuadra amarilla 2145 días después de la última vez que se sentase en el banquillo del Estadio Gran Canaria con la misma ilusión de la primera vez.
Hace más de cinco años, concretamente un 19 de febrero de 2011, Las Palmas que dirigía Jémez empató a dos ante el filial del Villarreal. Aquel día se empezó a concretar el final del técnico grancanario en la escuadra amarilla, una cuestión que se terminaría de concretar una semana después en Granada. Sin embargo, aunque todo tiene un final, tanto el entrenador como el club quisieron finiquitar su relación con un punto y aparte.
Por eso, esta noche todo empieza de cero. La Copa es el escenario y el Valencia el adversario del punto de partida de un viejo anhelo. El idilio entre la entidad y el técnico siempre estuvo ahí, pero se ha avivado ahora por la necesidad de un club que está intentando corregir los errores que les han llevado al último puesto de la clasificación. La UD le ha entregado plenos poderes a Paco con la responsabilidad que conlleva.
Pero Jémez no es tonto. Es sabedor de la dificultad de este desafío y está poniendo todo de su parte para sacarlo adelante. Está tomando decisiones, está siendo muy sincero y ha conseguido reenganchar a una afición que regresaba a casa tras cada partido con la cabeza agachada. En apenas dos semanas ha logrado cosas que sus antecesores no cosecharon nunca, pero todavía le queda lo más difícil: convencer en el césped.
Es su momento. Hoy Paco retorna a casa escribiendo el primer capítulo de esta nueva era. Con las herramientas que tiene intentará darle a Las Palmas su toque personal y buscará con ello un cambio de rumbo tan obligatorio como casi definitivo por el tiempo que queda para sobrevivir. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero existen excepciones y Jémez posee la seguridad en sí mismo como para batir a las estadísticas.