El guardameta valenciano continúa en su carrera hacia la primera línea del fútbol español tras una temporada en la que ha sido pieza clave en Las Palmas Atlético mientras estaba siendo seguido muy cerca por el primer equipo.
Paso a paso, sin prisa y a fuego lento. Así ha sido la irrupción de Josep Martínez en el universo de la UD Las Palmas. El meta valenciano, ex de la cantera del FC Barcelona, aterrizó el pasado mes de julio en la isla con el objetivo de hacerse un hueco en el filial, pero no sólo ha sido capaz de asentarse en el equipo de Juan Manuel Rodríguez, sino que ha conseguido que su nombre suene con mucha fuerza en la zona noble del Estadio de Gran Canaria gracias a sus grandes actuaciones en la salvación de ‘La Vela Chica’.
Aun así, sus primeros días fueron un poco locos. Pasó de firmar su contrato a prácticamente marcharse de pretemporada con el primer equipo sin ni siquiera terminar de deshacer las maletas. La oportunidad de debutar le llegó pronto porque Manolo Márquez le dio la oportunidad en Portugal, disputando 29 minutos ante el Marítimo de Funchal en un partido amistoso cuando sólo habían pasado 3 días de su llegada a la entidad. A partir de ahí, su presencia con los mayores se mantuvo todo el verano.
Sin embargo, el inicio de la competición le relegó de forma natural a su sitio en Las Palmas Atlético y sólo se asomaba por El Hornillo cuando era reclamado para completar ciertos entrenamientos. Eso no significó un paso atrás, pero sí que fue una prueba de valía ya que ahora, en el filial, la presión si estaba sobre sus hombros. En un escenario distinto y en un entorno distinto, Josep tenía que responder a las expectativas.
Un inicio dubitativo y un final espectacular
Teniendo en cuenta su velocidad para aparecer en el primer equipo, había muchas esperanzas puestas en sus manos cuando el filial arrancó en Segunda B. Sin embargo, las dudas aparecieron por algunos errores que cometió y que le costaron tantos a los amarillos. Su enorme envergadura y sus reflejos habían llamado la atención de la UD, pero el de Alzira no terminaba de encontrarse cómodo y la mala racha que estaba acumulando el equipo de Suso Hernández tampoco le ayudaba en cuanto a confianza.
Lo cierto es que el salto era complicado; cambiar el Juvenil del Barça por la categoría de bronce del fútbol español supone un cambio brusco para muchos futbolistas y Josep no la excepción. En ese sentido, perdió su sitio en la portería como titular y esa incertidumbre, ese no saberse indispensable suele pasarle factura a los porteros, aunque eso no le hizo conformarse a pesar de que, por edad y experiencia, podía haberlo hecho porque además era un novato dentro de un grupo que estaba bastante bien compactado.
Con una mentalidad férrea, el valenciano se volvió a hacer un hueco ya con Juan Manuel Rodríguez y, a partir de ahí, su figura se engrandecería. El paso de los partidos y la mejoría en cuanto a resultados le dio la capacidad para dar un salto hacia delante, adquiriendo un alto grado de confianza que bien le valió para brillar. Parada tras parada, Josep se convirtió en una pieza importantísima del esquema del filial y ya no hubo nada que le arrebatara de la titularidad, demostrando sus cualidades en cada una de las finales que tuvieron que disputar los cachorros amarillos en la recta final de la temporada.
En proceso de maduración total
Con su transformación en un punto importante, Josep Martínez está alcanzado cierto grado de madurez en el que tiene la oportunidad de ir a por más. Asentado en el filial, su siguiente paso debe ser seguir cogiendo experiencia para cuando le toque sumar con los mayores, ya sea esta temporada o en las siguientes. Lo que está claro es que este cancerbero tiene futuro, pero todavía le hace falta un poco más para estar en el punto.
Sea como sea, esta temporada va a ser el tercer portero de la primera plantilla y Manolo Jiménez, como ya hicieron todos sus predecesores en el cargo el curso pasado, estarán atentos a su evolución porque en cualquier momento puede saltar la liebre.
En la directiva amarilla se frotan las manos con lo que este portero podría ser capaz de hacer en unos años, pero se mantiene la paciencia como aspecto importante de su crecimiento para evitar pasos en falso. La UD Las Palmas tiene un buen diamante que va a poder pulir bien de cerca. Se cree en su futuro y se cree en sus posibilidades, una cuestión que podría dejar su salto definitivo al primer escalón en un hecho que, tarde o temprano, acabará sucediendo. El chico está en el buen camino.