La llegada de Manolo Jiménez a la UD Las Palmas ha cerrado de forma clara una etapa en el club amarillo para abrir otra distinta. La salida de algunos jugadores y el cambio tanto para mirar el mercado como para organizar esta pretemporada son prueba de ello. El técnico sevillano no se casa con nada ni con nadie.
Volantazo en busca de una reacción. Manolo Jiménez aterrizó en la UD como un mesías que buscaba un cambio de ciclo. La temporada pasada se finalizó una etapa en el club amarillo y el preparador del Arahal no quiere que se repitan errores en esta nueva era que se inició con su llegada. De ese modo, ha dejado bastante clara su manera de entender la organización de un equipo de fútbol y está trabajando para adecuarlo todo a su gusto.
Su mano se está dejando notar en primera instancia en la confección de la plantilla. El sevillano quiere jugadores de confianza, hombres con experiencia y que pongan todo lo que tienen por el bien del equipo. Los fichajes de Mantovani o Cala son muestra de ello, aunque no son las únicas. Jiménez dejó claro que necesitaba un portero y así se lo hizo saber a un club que cumplió con sus deseos firmando al guardameta Raúl Fernández.
En ese sentido, el andaluz ha decidido que Las Palmas necesita un cambio de cara y, después de la salida de muchos jugadores que estaban cedidos en la entidad o que no terminaron dando el rendimiento que se les exigía, ahora hay que seguir fichando. La ambición del ex entrenador del AEK le lleva a pensar en grande y quiere construir una plantilla que sea tanto sobre el papel como sobre el césped un gallito en la categoría.
Si bien es cierto que hay algunas incorporaciones que son propuestas desde el club como las de Deivid, Nauzet Pérez y Rubén Castro, ninguno de ellos supone un paso atrás en cuanto a rendimiento. Quizás, el caso del meta es el que más dudas genera, pero a lo largo de su experiencia en Segunda ha demostrado solvencia, por lo que ahora que le toca acompañar teóricamente a Raúl Fernández como segundo de a bordo no es un mal fichaje. Los casos de Deivid y Rubén son evidentes; cuando el central ha estado sano ha sido un jugador de garantías, mientras que el delantero es un seguro de vida en goles.
Asimismo, Manolo Jiménez todavía tiene que adecuar la medular y para ello ya está enviando ciertos mensajes en sus ruedas de prensa, dejando claro lo que necesita y lo que quiere para su plantilla. Su obra está incompleta y quiere que el primer día de competición tener todo lo que necesita para poder ser un equipo que aspira al ascenso de verdad, no sobre el papel. De ese modo, quiere jugadores que se adapten a lo que busca y no está demasiado dispuesto a ceder en cuestiones que considera vitales para la meta.
Una pretemporada de mucho trabajo
Por otro lado, el técnico sevillano también ha querido hacer una preparación exigente, de menos a más y con el objetivo de desarrollar una puesta a punto óptima. Por ello, ha habido una primera semana en el sur, otra en Inglaterra y posteriormente un tramo final que acabará con un Carranza que, de confirmarse la presencia del Betis, será una última prueba que testará el nivel amarillo a poco más de una semana del inicio liguero.
De hecho, la UD ha sido el único equipo de Segunda División que ha realizado un stage fuera de España junto con un Sporting de Gijón que estuvo tres días en Portugal, un aspecto que habla por sí solo de la importancia que se le ha dado a la pretemporada este verano. A eso hay que añadir el hecho de que durante casi todos los días está habiendo dobles sesiones en las que se intenta trabajar tanto lo táctico como lo físico.
Se mire por donde se mire, Las Palmas está cambiando desde la mano de su entrenador. Evidentemente, es complicado dar un giro tan radical a un equipo que venía de un año de muchos errores, pero Manolo Jiménez lo está consiguiendo. El plano deportivo cambia de cara y el andaluz ha dejado claro lo que quiere en su plantilla y de su plantilla sin trampa ni cartón. Sin vender humo, el sevillano está gestando un claro cambio de ciclo.
