Cualquier momento es bueno para que Maikel Mesa reivindique cuánto siente sus nuevos colores. Y es que el tinerfeño lleva apenas ocho meses vistiendo la camiseta amarilla, suficiente para que en reiteradas celebraciones, en cada entrevista o en cada comparecencia en sala de prensa aproveche para lanzar un mensaje de amor por la UD Las Palmas. Este sábado se enfrentará a sus orígenes.
Maikel Mesa será el nombre propio a seguir este sábado. Con lo descafeinado del derbi entre dos equipos decepcionantes esta temporada, sus orígenes marcarán el poco morbo que tiene este partido al margen de una posible derrota del cuadro local. Y es que el lagunero no cesa en su empeño por demostrar que siente los colores amarillo y azul como el que más pese a haberse formado en la cantera del CD Tenerife.
Y es que tras haber sido descartado por un entrenador con poca visión de futuro en el juvenil del club chicharrero, Mesa firmó por el Laguna desde donde dio el salto a la aventura peninsular, forjándose como un todocampista corpulento y técnico y pasando a engrosar la cantera del Osasuna. Desde entonces, la trayectoria de Maikel es por todos conocida. Sus sensaciones y sus números el curso pasado por el Nástic le convirtieron en objeto de deseo del Málaga y la UD Las Palmas.
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El club canarión se llevó el gato al agua en uno de los culebrones del verano. Desde el mismo verano, el tinerfeño se ha mostrado encantado en el club y agradecido por tener la oportunidad de jugar en el equipo que, según ha manifestado, siempre ha querido hacerlo. Se besa el escudo con cada gol, tiene a la grada metida en el bolsillo y su ímpetu es de los que levantan aplausos.
Ahora regresa al Heliodoro de amarillo y tras volver a disfrutar de minutos. Y, como casi siempre, aprovechándolos. Su gol al Lugo desató la rabia que lleva dentro por no estar disponiendo de los minutos que se merece. Maikel Mesa llega a territorio blanquiazul al alza ante un equipo por el que ha mostrado cierta indiferencia cada vez que se le cuestiona por él. Será, sin duda, el nombre propio a seguir. Su recibimiento, su motivación y, quién sabe, una hipotética celebración de un gol estará observada con lupa el próximo sábado.
