OPINIÓN | La Unión Deportiva vive un momento clave. De cómo afronte estas últimas diez citas dependerá el éxito de su batalla. En los dos últimos cursos el conjunto presidido por Miguel Ángel Ramírez mostró una clara evolución. Llegó primero a semifinales de promoción y luego a la final quedándose a las puertas. Este año toca el paso definitivo.
La madurez del Club y la afición —hay que cuidarla un poco más, en mi opinión— para levantarse del 22J debe demostrarse en un momento crítico de la competición. Percibo menos crítica destructiva, más naturalidad en las victorias y derrotas en el entorno; aunque la pasión, que es lo más sagrado en este santo negocio, siga igual. El fútbol es una religión en esta isla. Con todo lo bueno y malo que ello conlleva. Mejor así que la indiferencia.
El pasado curso con Lobera en el banquillo la Unión Deportiva tuvo multitud de ocasiones para subirse al tren de la Primera División. Tanto que parecía que lo regalaban. Y esperando, esperando, el sueño se esfumó.
Tengo que admitir cierta sensación de déjà vu en este texto. Estoy convencido que lo he repetido en otros abriles. El síntoma siempre es el mismo: la complacencia, el bloqueo mental en momentos clave, la elección de la vida contemplativa viendo pasar la oportunidad de tus sueños por delante de tus narices. Llámenlo como quieran. La madurez se demuestra aprendiendo de todos aquellos fracasos y lágrimas del ayer. La meta es lo bastante valiosa como para volver por los mismos fueros, por los mismos errores. Diez finales. Que vuelva el orgullo herido del principio. La Primera espera.
Miguel Hernández |
Director de udlaspalmas.net
@mhernandez
Más artículos de Miguel Hernández
