Javier Rodríguez, bloguero de udlaspalmas.net, publica la siguiente entrada en su blog:
Junio de 2012 marca una década maldita en la historia de la Unión Deportiva Las Palmas. Nunca el club de Pío XII había estado tan distante de la Primera División. Si bien el periplo entre 1988 y 2000 (12 años) en que los amarillos estuvieron ausentes de la máxima categoría, supera todavía en dos años al período actual, en ese largo camino la UD siempre fue un equipo con aspiraciones serias de ascenso sin importar la categoría. Y es que aún estando en Segunda B los dirigentes amarillos nunca perdieron el norte que les marcaba su historia, y una vez instalados en la categoría de plata enseguida consolidaron al club como un claro aspirante año tras año al regreso a la Primera División.
Desde el fatídico descenso de 2002 hasta esta temporada que ahora concluye, la UD ha navegado en la nada. Malviviendo en la parte económica para subsitir, el club se ha instalado en una mediocridad deportiva que lo ha vulgarizado hasta consecuencias hace poco inimaginables. El deterioro social ha fracturado la simbiosis club-afición de la que siempre había presumido la casa amarilla.
Diez años fuera de la máxima categoría y sin aspirar a nada se antoja un período demasiado largo. Son diez años de miseria, de disgustos, de jugar a nada, de aburrimiento, de desengaños, de proyectos fracasados, de sueños rotos. Han sido años de Ponferradinas, Nástics, Fuenlabradas, Vecindarios, y Lanzarotes. Ni la Copa del Rey ha sido capaz de regalarnos sorbos de Barcelonas, Athletics o Valencias. Nada. Absolutamente nada.
Y mientras tanto todos tenemos más canas, menos pelo o hemos dejado de ser aquellos chiquillos adolescentes que dejábamos el insular para instalarnos en el Gran Canaria. Hoy todos somos más mayores, más castigados y con menos ilusión.
Lejos quedan las historias de nuestros abuelos o de aquellos veteranos aficionados que nos contaban las hazañas de Germán, Tonono y Castellano. Van quedando menos. O no están o no vienen. La edad y el poco fútbol que se les ofrece ofende a una sapiencia futbolística aquilatada durante muchos años y que hoy fenece de puro hastío y aburrimiento.
Pintas bastos en el horizonte próximo de la UD. La crisis económica en nada ayuda a darle un giro a la parte deportiva que genere un atisbo de ilusión. La caída de patrocinios, algunos históricos, merma la capacidad de maniobra de Miguel Ángel Ramírez que tendrá que echarle mucha imaginación para que la campaña de abonados de la próxima temporada no sea un fiasco.
Y hablando de campaña de abonados. Ya es hora de intentar socializar el club. Es momento de dejar de hablar de los 10 mil de siempre e intentar atraer a los 15 mil que vienen sólo en las grandes ocasiones. Quizá sea la hora de buscar alternativas al aficionado. De encontrar fórmulas para que la gente acuda al estadio. La UD Las Palmas tiene ante sí un reto importante que no puede dejar pasar de largo.
Puede que sea el momento de darle por fin forma a la Grada de Animación que propone Ultra Naciente. Una grada con precios populares para que se llene. Para que estén presentes todas las peñas que quieran o aquellos aficionados con un poder adquisitivo más bajo.
Probablemente esta sea la temporada del desempleado. Precios muy especiales para todas aquellas personas que acrediten estar sin trabajo e inscritas en el INEM. ¿No decían que el fútbol era el opio del pueblo?. A falta de alegrías laborales facilitemos que vayan al fútbol. Que el dinero que tanto les falta no les quite la posibilidad de ver a su Unión Deportiva.
También puede ser el año de los niños. Un niño nunca va solo al fútbol. Un niño arrastra de sus padres. Niños gratis. O niños a precios simbólicos. Invirtamos en afición. Invirtamos en el futuro. Más niños con camisetas amarillas y menos con las del Barça y Real Madrid.
Pensemos en las peñas. En las Federaciones. ¿Para qué queremos dos?. Es hora de que el club se acerque al peñista. Inventario de peñas existentes. Creación de una única Federación que las aglutine a todas y acercar el club a los aficionados a través de alguna persona que haga de enlace entre ambos.
Día del aficionado con precios populares. O Día de las mujeres. Que todas entren gratis ese día. Pero que lleven a los maridos. Da igual. Ese estadio con 32 mil butacas hay que llenarlo. Hay que dejar atrás la tristeza de ese cemento gris. De esas gradas frías y vacías que causan desazón en la hinchada. Menos gris y más amarillo. El de las camisetas de los aficionados que ocupen cada butaca. Una a una hasta completarlo al máximo.
Miguel Ángel Ramírez tiene ante sí un reto importante que no debe dejar pasar de largo. Es tiempo de meditar, rectificar y arriesgar. La paciencia se acaba.
Blog «Reflexiones desde la grada»
por Javier Rodríguez