Larga vida al Loberismo, por Guillermo Moreno

OPINIÓN | Podía parece una coña, pero se trataba de algo muy serio. El Loberismo. Un término que nació desde el humor, pero que poco a poco fue cogiendo arraigo y acabó por identificar a una afición con su entrenador, con su forma de entender el fútbol y con su manera de comportarse. Por si no lo saben, esto no pasa en casi ningún club del mundo, muchos lo miraban con envidia. Ser Loberista era algo así como apostar por lo nuevo, arriesgar, buscar un estilo. Se podía ser Loberista en el fútbol pero también en aquello que no es fútbol. Lo abarca todo. Para el que no lo tenga claro, el propio Sergio Lobera es quien mejor lo ha definido, seguramente sin darse cuenta. En su cuenta de Twitter fue subiendo desde su llegada a Las Palmas muchas ideas; ahí define perfectamente el término. Hay muchas reflexiones, pero casi todas giran en torno a una idea: la pasión.

Todo lo que hace lo hace con pasión. Convencido de que de esa manera salen mejor las cosas. Así generó una enorme ilusión en la isla nada más llegar, con sus 37 años y sus ganas de comerse el mundo. Así, intuyo, también despertó el recelo de viejos lobos con toda una vida en el fútbol y sin nada de lo que poder presumir. En su primer año rozó el ascenso. En el segundo, no le han dejado. Ha influido más la pesada losa del ascenso directo no conseguido que la propia realidad. Esa realidad que deja al equipo tercero, con numerosas opciones de acabar en Primera. Si cogemos los enfrentamientos de Liga contra los rivales que ahora están en play-off, hubiera subido en todos los casos. Miren los resultados, contra Sporting, Murcia, Córdoba y Recreativo. Las Palmas juega más cómodo contra estos equipos que contra los que le han quitado más puntos, que son los de abajo. El ascenso realmente está cerca. Muy cerca.

Por eso no me ha gustado su destitución, el atentado contra el Loberismo. Futbolísticamente no me parece acertada. Personalmente, me parece injusta. Porque Lobera ha aguantado muchas cosas, algunas insólitas en un club profesional: hubo quien le quiso mover la silla a las 5 jornadas (¡cinco!) de llegar; ha soportado ser parte de una guerra interna con poco sentido; ha aguantado desplantes de vacas sagradas del vestuario; ha leído en los periódicos cómo el club negociaba con otros entrenadores. Todo eso lo ha soportado sin abrir la boca porque entendía que era la mejor forma de llegar al destino soñado. Ése que tantas veces se había imaginado, y que no es otro que disfrutar en la Plaza de la Victoria del ansiado ascenso subido en la guagua. Fue una frase suya colgada en Twitter la que mejor lo define: “El mundo necesita gente que deje de dormir por cumplir sus sueños”. Pues Lobera dejó muchas noches de dormir por cumplir el suyo, que al final era el de todos. Se acabó el Loberismo, despierten.

gmoreno_peq

por Guillermo Moreno

periodista de laSexta Deportes











Artículo anteriorDavid García: «Tenemos que remar en la misma dirección»
Artículo posteriorUn ‘marrón’ para Josico, por Nauzet ROBAINA