ESTE DOMINGO, la Unión Deportiva Las Palmas también juega un partido decisivo en su futuro como entidad. Las Elecciones Municipales y Autonómicas del 22 de mayo, más allá de deparar quiénes gobernarán en la próxima legislatura, podrían ser determinantes para el estancamiento o progreso de un sentimiento enraizado en el pueblo grancanario.
Este sentimiento, por un escudo y unos colores, se contextualiza más allá de lo meramente futbolístico. La Unión Deportiva Las Palmas es un perfecto agente social que favorece al crecimiento de la economía grancanaria, y principalmente del sector turístico, fuente en la que se sustenta la isla, la provincia y la autonomía canaria.
El proyecto de remodelación del Estadio de Gran Canaria y creación de una Ciudad Deportiva presentado por el Consejo de Administración del club a la totalidad de grupos políticos debe ser entendido en clave de progreso colectivo. La entidad amarilla es la única institución con capacidad real para dinamizar el comercio de la zona de Siete Palmas y rentabilizar la faraónica construcción de un recinto receloso de hospitalidad en comparación con el Estadio Insular.
Esta corriente de adhesiones a la Unión Deportiva Las Palmas no debería limitarse al periodo electoral. Convendría que existiera consenso por parte de los partidos políticos en el apoyo enérgico a una institución patrimonio de Gran Canaria y símbolo de la isla. La implicación con la entidad debe ser entendida como algo natural y atemporal. Con el proyecto amarillo no gana la Unión Deportiva Las Palmas, gana Canarias, gana Gran Canaria, ganan sus empresas y, por ende, sus ciudadanos.
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