Las Palmas realizó un partido en el que demostró que puede salir de la mala situación en la que se ha metido siendo fiel a sí misma y desarrollando el fútbol que en los últimos tiempos levantó pasiones. El equipo, sin Ayestarán, parecía otro completamente distinto como si se hubiera quitado un peso de encima.
Mirada al frente. Paso adelante. Los brotes verdes florecen un poco. La UD Las Palmas cambió de cara para enfrentarse a su presente y a su pasado, a sus dudas y a Quique Setién, dejando bastante claro que pueden salir del pozo. Sin embargo, la verdadera demostración de los amarillos fue que, más allá del resultado, pueden revertir la situación siendo completamente leales a la idea de jugar alrededor del balón.
El mar de negatividad que trajo consigo Ayestarán pareció ser una simple tormenta en plena travesía que se pudo paliar, aunque con muchas dificultades. En pocos días, Las Palmas ha sido capaz de transformar todas las malas sensaciones en buen fútbol y en rigor para afrontar un encuentro complicado en todos los sentidos. Había que dar señales de vida como fuese y sí que se dieron en una noche muy buena en el Gran Canaria.
La UD palió sus problemas a base de fútbol, a base de jugar a lo que saben y a lo que ha sido la filosofía de esta plantilla en los últimos tiempos. Sin inventos, sin discursos cargados de palabras pero vacíos de significado, Las Palmas hizo suyo el estilo que tanto la había caracterizado y que tanto le dio para dejar un poco atrás sus malos momentos. Con eso y con más rigor defensivo los amarillos brillaron sobre el tapete de Siete Palmas.
No era tan difícil, era cuestión de mirar un poco hacia dentro para entender que cuando uno no es fiel a sí mismo se falla y se miente sin compasión. Siendo este uno de los peores pecados que puede haber, la UD fue presa de sus propios errores y de un entrenador que no fue capaz de comprender lo que es el club durante su corta y nefasta etapa como técnico. Ayestarán quiso hacer suyo algo que no le pertenecía y falló.
Ahora Las Palmas sí que puede mirar hacia delante con optimismo. Esto no son brotes verdes aislados, no son 45 ó 25 minutos donde el equipo muestra dominio, sino que es la prueba de que los amarillos son capaces de sacar esto adelante. Después de mucho tiempo, los grancanarios mostraron una cara distinta y jugaron como si hubiesen quitado un peso de encima, como si hubiesen estado jugando con plomeras todo este tiempo.
Con Almirón a punto de tomar las riendas del equipo la UD empieza su camino hacia la felicidad. Las sensaciones son bien distintas y eso se nota en los jugadores, en las gradas y hasta en la propia prensa. Los amarillos quieren iniciar su escalada hacia una salvación que todo el mundo desea. Realmente, Las Palmas ha demostrado que sí se puede.