Disparando claveles



CONTRACRÓINCA | Las Palmas afronta el mes decisivo de competición repitiendo un mal ya conocido: detener la ofensiva ante el primer golpe encajado.

Entramos mañana en abril. El mes en el que Portugal recuerda la revolución pacífica que puso fin a 40 años de dictadura. Un simple gesto, el de los militares colocando claveles dentro de sus pistolas, sirvió de ejemplo para que se minimizara el número de víctimas en un conflicto que pudo ser mucho peor. En el país luso cambiaron pólvora por claveles. Hagan un símil sencillo con el fútbol de la Unión Deportiva Las Palmas y verán una de las causas de un descenso que empezamos a asimilar con resignación.

Y es que hoy el Real Madrid parecía estar en un ensayo general en Valdebebas. Ante un buen sparring, eso sí. Las Palmas se asomó a la portería de Keylor Navas por mediación de alguno de sus soldados más rebeldes. Pero solo dos reclutas en un equipo de once no representan otra cosa que un motín conducido al fracaso. Hoy el Madrid sufrió lo mismo que un crío en el parque de bolas. Nada.


Ni la ausencia de la columna vertebral de los merengues influyó en un planteamiento pasivo de los de Jémez. Solo hasta el tanto de Gareth Bale pareció dar la cara la Unión Deportiva. Ese gol precedido de cuatro toques desde un saque de puerta más propio de un ejercicio dirigido por Zidane en una matinal entre semana: saque largo, dejada, pase al hueco y mano a mano. Los amarillos nunca supieron detectar las carencias defensivas de los laterales del rival, con Theo y Achraf -desde que entró- teniendo una tarde más que placentera. Con dos penaltis tan innecesarios como improtestables. Síntomas de una languidez injustificable.

¿En qué fundamentar el optimismo de los más irreductibles? En que más aliados se sumen a los rebeldes que aún se niegan a aceptar que en sus cañones haya flores. Un compromiso al que todavía se agarran Calleri con más pundonor que talento y Halilovic, alterando el orden de los dos factores. Quedan siete días para contagiar al resto del pelotón. Abril será decisivo para el porvenir de una revolución de la que sería imperdonable caer derrotados por disparar claveles.