El entrenador perdió gran parte del crédito que tenía empatando en Elche y ahora tiene cinco días para preparar la final ante el Granada sin margen de maniobra. Una derrota haría estallar a la grada y cambiar la opinión de una directiva que, por ahora, le sigue bancando.
Las dudas no son buenas consejeras. En un barco que quiere navegar hacia Primera no debería haber ningún tipo de titubeo. Sin embargo, en el transatlántico que es la UD Las Palmas en esta Segunda División, ya que cuenta con el segundo plantel más caro de la categoría, la incertidumbre ha aparecido para quedarse sobre un Manolo Jiménez al que sólo le vale ganar al Granada este viernes en el Estadio.
Aunque Ramírez señaló que siguen confiando en el sevillano, una derrota ante el cuadro granadino conlleva un aumento del enfado de la hinchada amarillo con un técnico que no termina de encontrar un punto de conexión con la grada.
Desde la directiva se mantiene la calma y se lanzan mensajes de fe absoluta sobre la figura del preparador del Arahal, aunque lo cierto es que las sensaciones que está transmitiendo el equipo y los números que acumulan son ya preocupantes. Con las alarmas sin encender todavía, pero con el bombillo caliente a punto de dar el aviso, Manolo Jiménez sabe perfectamente lo que se está jugando esta misma semana.
Perder es una opción que dejaría muy tocado al sevillano y que podría hacer reaccionar a la cúpula del club. El riesgo de quedar descolgado de los puestos de ascenso directo y de acabar fuera de la zona de Playoff es latente, una cuestión peligrosa y que hace que este bache que atraviesan los insulares deje de ser normal ya que está siendo demasiado largo. Aun así, un triunfo lo cambiaría todo dado que los resultados pueden sostener casi cualquier cosa a pesar de que la red del entrenador amarillo ha desaparecido prácticamente por completo.
La tecla mágica no aparece
Durante esta mala racha, Manolo Jiménez ha intentado de muchas maneras hacer reaccionar al equipo. Ha probado distintos dibujos, ha juntado a sus tres delanteros sobre el césped y ha jugado con más centrocampistas para intentar hallar el camino. No obstante, ninguna de sus soluciones ha terminado de ser resolutiva.
