Tras dos semanas en el cargo, el catalán ha conseguido que se viese a una UD bien reconocible tal como su propuso en su primera rueda de prensa. No obstante, el equipo que se reconocible es el mismo que con Jiménez y la situación de la tabla no le ayuda a tener el tiempo que, quizás, necesita.
Aburrido. Soporífero. Plano. Tedioso. Ponga usted el adjetivo que quiera, pero esta UD Las Palmas sigue siendo muy difícil de ver. Este último partido ante el Oviedo ha vuelto a evidenciar que hay cosas que no cambian en el seno de los amarillos por mucho que la llegada de Paco Herrera buscase ese revulsivo que sigue sin aparecer. Básicamente, porque en sus dos partidos como técnico se ha visto al mismo equipo que con Manolo Jiménez se terminó estacando y no pudo arrancar.
En ese sentido, el problema que tiene el catalán es el tiempo. Ahora mismo, la falta de victorias pone muy cuesta arriba la clasificación y urge un cambio que no acaba de llegar. Durante este verano se construyó una plantilla con el claro objetivo de lograr el ascenso y de ser uno de los gallitos de la categoría, aunque eso no se está demostrando en el terreno de juego y el aterrizaje del héroe del ascenso de 2015 no ha logrado cambiar casi nada el guion que marcó su predecesor en el puesto.
Con una falta de valentía clara, decidió perder profundidad por la banda derecha para dar a David García un carril diestro en el que cumplió, pero no con la amplitud de campo que le podría haber dado Parras en su sitio natural. Además, sigue apostando por un Timor que es la sombra del de los primeros partidos, obviando alternativas y pudiendo lanzar incluso en un mensaje en el que recalca que, juegue como juegue, el valenciano va a tener un sitio en la alineación inicial.
Quizás, ese exceso a la hora de cubrir sus miedos le están pasando factura como ya le pasó en Cádiz. Allí colocó un once idéntico al de la era Jiménez y se pegó una leche, mientras que en la noche de hoy cambió sólo los nombres para manejar el mismo registro, la misma idea de un equipo que sigue sin tener alma ni chispa.
Evidentemente, el tiempo corre en su contra y Las Palmas está diezmada mentalmente. La única culpa que puede tener Herrera en este tiempo es seguir apostando por lo mismo por lo que se acabó con su antecesor y por su falta de sello tanto en el juego como en las alineaciones. Hace falta un golpe de timón que no está consiguiendo y sumando a este ritmo es muy complicado volver a Primera.
Todos, jugadores y el propio entrenador, se llenaron la boca hablando de la posesión y de jugar alrededor del balón, pero lo que se está viendo verdaderamente es a una UD temerosa que rifa el balón cuando tiene muy encima a la presión y que no genera peligro como el candidato al ascenso que debería ser.
El tiempo corre en contra de Las Palmas y de un Paco Herrera que, quizás, pensó que las soluciones iban a llegar de forma más sencilla. ¿Hasta cuándo hay que esperar para encontrar el punto de inflexión que necesita este equipo?