En el ajedrez de Pepe Mel había faltado siempre una pieza. El técnico, desde el verano, tenía otra obsesión además de la de Mauricio Lemos: un futbolista rápido de banda que fuera capaz de desbordar. Probó con Benito y le convenció, pero duró sano una jornada. Probó con Drolé y, cuando parecía arrancar, se rompió. Ahora, con el regreso del aldeano, casi todas las fichas tienen nombre propio.
Pedri y Viera, la pareja de monarcas. Los peones, una columna vertebral que encabezan Valles, Mantovani, Aythami y Javi Castellano. Los caballos Lemos y De la Bella preparan una faena que remata, de momento, el teléfono de Narváez en su papel de alfil. Pero por el extremo faltaba la torre. Y esa ha llegado justo en el momento más oportuno.
Al tablero de Mel le faltaba esa pieza que partiera desde el extremo y que fuera capaz de hacer kilómetros por la banda sin respiro. Y, en los tres partidos que han coincidido Benito, Viera y Pedri, la UD ha sido una máquina de competir y ha generado ocasiones que le han valido para sumar los 9 puntos en juego. Con el aldeano en el terreno de juego, el equipo gana en profundidad y abre espacios mejor que con Srnic, que ha perdido el tren de la titularidad en favor del ’11’.
«Aún estoy esperando la versión de Benito que ofreció en pretemporada», afirmó el entrenador antes del partido ante el Numancia. Tras el triunfo, subrayó que al extremo «le cuesta mantener el ritmo a partir del minuto 70» en lo físico. Da la sensación de que Mel le exige públicamente porque espera mucho de él.
De lateral izquierdo ante el Oviedo y de extremo derecho en los dos siguientes compromisos, la polivalencia juega a favor de Benito, que ha tenido que trabajar como el que más en los últimos años hasta que le han brindado la oportunidad de ser regular en Segunda División. Con él, la UD genera más ocasiones que nunca. Su verticalidad era necesaria. Cuando vuelvan Rubén y Araujo, ambos se beneficiarán del talento de Benito. Todas las piezas van encajando.