La UD Las Palmas mejoró las sensaciones a pesar de la derrota en el Wanda Metropolitano, pero los regalos, a pesar de las urgencias, no cesan.
Tras una primera mitad de enjundia en el Wanda –comparada con el drama de otros inicios durante el curso, invitaba al optimismo–, la UD se derrumbó. Los datos no mienten y auguraban lo dibujado a las espaldas del medio del campo tras la reanudación: el equipo amarillo es el conjunto de LaLiga que más encaja en la segunda mitad. Como para fiarse.
Más allá de la compleja empresa de puntuar en Madrid ante el Atlético de Madrid, la UD Las Palmas justifica –de momento– su participación a base de sensaciones. Todos los errores en los despachos desde antes de verano y los innumerables técnicos que han pasado por el banquillo traen como consecuencia que en pleno enero el equipo grancanario siga en construcción.
La imagen de los primeros 45 minutos se derrumbó con errores de bulto que pusieron una autopista a favor de los del Cholo Simeone. Dani Castellano –su nivel esta temporada es preocupante– dobló sin presencia de compañeros por dentro y Jairo –por ahora no mejora en absoluto el nivel que pueda dar, por ejemplo Benito– intenta jugársela con todo el espacio del carril vacío. Error de principiantes. «Impropios de la categoría», en palabras del propio Jémez.
Y a partir de ahí, el abismo. Ya con el Atlético parapetado delante del área de Oblak poco había que hacer. Únicamente esperar el desenlace definitivo a un partido con poca historia. Las Palmas de Jémez, eso sí, empieza a ganar automatismos. A reconocer patrones de juego. No sabremos si esto habrá llegado tarde. De momento, los resultados escasean, las sensaciones mejoran, pero los errores continúan.