La imagen mostrada ante el Osasuna en el Estadio de Gran Canaria, con entrega, buen fútbol, emoción y goles ponían fin a la mala racha de los amarillos de diez partidos sin conocer la victoria, y también hacían olvidar la pobre imagen mostrada una semana antes ante el Rayo Majadahonda, pero como se paraba la sangría de goleadas y derrotas como foráneos, se daba por bueno. Juntados ambos resultados, con cuatro puntos en el casillero, algo que no ocurría desde algo más de dos meses, invitaban al optimismo. Especialmente porque tras tantas semanas de administras miserias deportivas, cualquier dato positivo se traducía de inmediato en un sueño de algo mejor.
Para que se pudiera ver el desenlace de esa mejoría se tuvo que espera quince días, puesto que la suspensión del partido ante el Reus dejó a los amarillos sin partido, pero con más tiempo para trabajar. Y llegó el partido ante el colista Nástic de Tarragona, que de entrada puso más ganas y empeño por intentar ganar. Una jugada aislada de Fidel, que pudo marcar, fue todo el bagaje ofensivo de los isleños que demostraron poco fútbol. Pero con la expulsión de Thioune quedaban 20 minutos para el milagro, pero entró en escena la falta de puntería y dos paradas geniales de un acertado Bernabé. Ni con estas, ni con uno menos, se pudo ganar, lo que deja a los de Herrera a 9 de la promoción y a 7 del descenso a Segunda B… Triste, pero real. Hay que mejorar mucho en juego y puntería para poder soñar…
Artículo de opinión escrito por: Rafa León (@rafaleonortega)