Si en la película inmortal de Billy Wilder La tentación vive arriba el peligro se llamaba Marilyn Monroe, en nuestro rubio equipo la tentación vive abajo, y su nombre es la cantera. Tenemos una de las mejores de España, desde infantiles, alevines, juveniles…con un juego que mima el balón, que ama el desborde, y le gusta la jugada preciosa y precisa.
Luis Molowny le dio gloria y Miguel Muñoz confirmó el poder de esta mina de oro: «La mejor prueba de que la cantera sigue rindiendo es que en el equipo, salvo los suramericanos, todos son canarios. Aquí el fútbol tiene arraigo y el chaval que empieza tiene la suerte de poder jugar todo el año, sin problemas de mal tiempo», declaró. En la historia hay nombres como Tonono, Guedes, Germán, Valerón, Viera, Mesa, Silva…
Las Palmas nació de la fusión de varios equipos, y se convirtió en representante de un juego vistoso y unas islas apasionadas por el fútbol. Este año la vida nos ha dado una gran lección quisimos subir en la jornada doce, y olvidamos a nuestra cantera, a golpe de talonario compramos figuras, pero no un equipo. No teníamos ojos para los filiales, muchos jóvenes dejaban la isla para probar fortuna en regiones lejanas. Cuando uno juega en su tierra da un 50 % más de corazón, de alma, sacrificio, lo saben en San Sebastián y Bilbao, que ese plus les ha dado varias ligas.
Planificación y corazón pueden ser dos armas imbatibles para el reto de volver a Primera. Bienvenidos sean los profesionales que se sumen a la causa, para recuperar, nuestro juego, nuestras señas de identidad, y la ilusión de los niños que juegan en las Canteras, Arucas, Firgas, en Lanzarote, en Fuerteventura… playas, calles, en campos artificiales.. pero con sentimientos naturales. No había que mirar al cielo de las ligas griegas, italianas o española, la tentación estaba bajo, en la cantera. En el primer piso, en el Anexo. Sigamos siendo ese equipo vivero de nuevos valores, que nuestro fútbol de calidad se cocine a fuego lento, y pronto la UD Las Palmas será admirada en Europa.
Si sirve de lección, quizá no sea un año perdido.