Un Granca coral enamora arrasando al Baskonia (100-82)

Marcus Eriksson. | ACB Photo.

El equipo de Luis Casimiro se mostró muy superior desde el inicio e impuso un intensísimo ritmo de anotación que sólo lograron seguir Granger y Shengelia en un Baskonia que nunca pudo con los amarillos. El Granca duerme líder.

Primer golpe de realidad a modo de calendario. Luis Casimiro tenía apenas cuarenta y ocho horas para preparar la dura visita de un Baskonia con incluso menos tiempo para mentalizarse de un duelo entre equipos europeos que la próxima semana arrancan con la locura de viajes. Los amarillos, con el liderato virtual en su mano; los baskonistas, dispuestos a sumar su segundo triunfo liguero.

Eulis Báez puso la nota de ritmo con un baile de merengue para estrenar el marcador ante la mirada de Diop. La salida claretiana ahogó a un Baskonia sin argumentos para evitar que los isleños adquirieran rápidamente ventajas significativas. La pareja formada por Eulis y Pasecniks sumaban todos los puntos desde el interior, y apareció entonces Marcus Eriksson con un asombroso acierto para clavar dos triples consecutivos (12-4, minuto 5).

Pablo Prigioni, de traje y en el banquillo, no daba con la tecla y los grancanarios conseguían colocar los dobles dígitos de diferencia gracias a un esfuerzo de Anzejs Pasecniks en el cristal rival, cogiendo un rebote ofensivo y firmando un meritorio 2+1. Granger, protagonista absoluto de la primera mitad, había dado ya su primer golpe, pero era difícil imaginar el calibre de su exhibición. El base uruguayo, eso sí, fue responsable de que la diferencia al término del primer acto no llegara a la decena anotando desde la línea de 4,60 (27-18).

Salió en tromba el equipo baskonista en el segundo parcial, logrando un rápido 0-5 que les metió de lleno en el partido haciendo olvidar cualquier resquicio de ruptura en el marcador. Las muñecas vitorianas fueron entonándose poco a poco, y los tiros que se iban al hierro en el primer cuarto acariciaban la red en el segundo. Matt Janning fue telonero en el concierto de Granger y seguía reflotando a los de Prigioni.

No obstante, había coletazos amarillos en pos de una ventaja cómoda que hiciera soñar con un triunfo más o menos plácido. Ilusiones utópicas, pero por momentos factibles. Como cuando Oriol Paulí anotó una bandeja a aro pasado y, acto seguido, Albert Oliver clavaba un triple (40-30, minuto 25) para poner de nuevo diez de diferencia en el ecuador del cuarto. Pero la primera mitad tuvo nombre y apellido propio: Jayson Granger. El base uruguayo, por el que media Europa se peleó el pasado verano, está demostrando que ha vuelto a España para ser el jugador más determinante de la competición. Prácticamente solo fue capaz de dar alas a Baskonia en los momentos más delicados. A medida que enfilaba el túnel de vestuarios, echar un vistazo a su línea estadística era quedarse a cuadros: 20 puntos con 4/5 en triples, 2 asistencias y 2 rebotes… en 13 minutos de juego. Y su Baskonia, a solo tres puntos (46-43).

El más dulce bombardeo

Tras la reanudación, Marcus Eriksson fue el primero en darle voz al cuarto. Y la del sueco sería una estelar, una digna de la ópera más bella jamás cantada en el Gran Canaria Arena. Porque sí, era partido de tercera jornada de Liga Endesa, pero su exhibición lo convirtió en uno de mayor magnitud. Como una bella declaración de intenciones. La intensidad defensiva de los amarillos volvió a ser determinante para asfixiar a Baskonia -sobre todo a Granger- y coger nuevamente diez de ventaja (53-43, minuto 22) con un triple de Gal Mekel. Su homónimo en la pista, Jayson Granger, mantuvo su nivel. Aparecía menos, pero un triple suyo hacía respirar a los de Prigioni.

Baskonia se quedaba a solo tres puntos y era entonces cuando Marcus Eriksson hacía explotar de júbilo a la parroquia amarilla. Ya decía el sueco en verano que había llegado para cambiar de rol y dar un paso adelante con respecto a su participación en Barcelona. Y cómo lo demostró. El de Uppsala dinamitó el encuentro desde más allá de 6,75. O, prácticamente, desde más allá de siete metros. Lanzó tres triples de manera consecutiva sin encontrar otra cosa que no fuera la red. Tímido, sin apenas celebrar su acierto; ya lo hacía por él una afición entregada en cuerpo y alma.

El conjunto baskonista exhibía garra y se aferraba al encuentro con uñas y dientes. Pero daba igual lo que hicieran. Daba igual si Granger aparecía o no. El cuarto era de Marcus Eriksson. De un espigado escolta con puntos en cada uno de sus dedos. Clavó otro triple para el 6/6, el 4/4 en el cuarto, y la galaxia de estrellas del equipo azulgrana no podía hacer otra cosa que no fuera lamentar la obra maestra isleña. De manera intermitente, Baskonia lograba no perderle la cara al choque. Tal fue su lucha que a falta de un cuarto la diferencia era tan solo de nueve puntos (79-70).

Herbalife Gran Canaria merecía mayor ventaja por lo visto sobre el parqué y los grancanarios obtuvieron sus frutos para disfrutar de un último cuarto de fiesta. Auténtica fiesta. La afición claretiana vibró con su equipo. Oriol Paulí, que está firmando un inicio de curso impecable, puso la guinda al pastel con un triple que acabó con toda esperanza vitoriana.

Los de Prigioni mostraban signos de desesperación. Shengelia se hartaba con Eulis y Diop lo acababa pagando con una fea falta antideportiva. La única cuestión que importaba era si los locales lograban llegar a la centena o no. Y una canasta en la pintura de Ondrej Balvin significaba los 100. Una fiesta absoluta para dormir como líder de la Liga Endesa.

Texto: Herbalife Gran Canaria











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